viernes, 30 de abril de 2010

Juguemos

Hagamos frente a la situación como lo harían dos adultos: yo te grito, tú te das la vuelta y desapareces en el horizonte. Pero somos dos niños envueltos en algodón y licra, que juegan a ser mayores y fingen que se enfadan. Por esa razón levanto la voz, tú me ofreces la cara y callas. Y la ira va apoderándose rápidamente de mis tripas. Algo se enciende y arde dentro a una temperatura que no puedo controlar. Proyecto hacia el exterior la rabia y mis mentiras empiezan a ser verdades.
Arrastro los tacones que le he robado a mamá por la habitación. Tú te remangas la camisa que casi roza el suelo. Te odio, te odio, te odio, con todas mis fuerzas. Algo sucede porque las cortinas flotan a un metro de la pared, los muebles giran sobre sí mismos y noto frío el aire de esta cálida mañana de julio. Pero toda yo ardo, como si tuviese mucha fiebre. Te odio por hacerme ésto, te odio. Una oleada de llamas nace de tus pies y abraza tus piernas. Se enrosca como una serpiente en tu cuerpo y lame tu cuello. Ahora eres tú el que gritas. Seamos adultos en este juego de niños, tu gritas, yo me doy la vuelta y desaparezco en el horizonte.

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