viernes, 27 de mayo de 2016

Calor

Me arde la piel. Empieza como un leve cosquilleo en la tripa que va subiendo hasta la boca del estómago. Y allí explosiona, llenándolo todo de calor. Las mejillas ruborizadas, las palmas de las manos ligeramente húmedas, la piel reactiva a cualquier cambio de temperatura y de densidad. Deseo. En estado puro, en las yemas de los dedos, las puntas de mis pies y algún lugar que no alcanzo en la espalda. Te pienso, recorriendo mi cuerpo con tus brazos, tu piel chocando contra la mía, mi lengua buscándote, tus ojos ansiosos en mitad de la habitación. Y no puedo evitarlo, te pienso y el calor vuelve a apoderarse de mi en cualquier lugar y situación. Se me seca la boca al recordarte. No puedo trabajar, no puedo caminar si que el deseo se desate en mi cuerpo y tenga ganas de ser tu presa otra vez. Tus labios, tus manos y el ansia cada vez más nítida llenando cada parcela de mi mente. Acompasados, una y otra vez, con tu mirada clavada en la mía. Tus dedos intentan controlar mis gemidos, y yo no soy dueña de nada que no sea este momento. Encendida, derramada y libre. ¿Repetimos?

viernes, 20 de mayo de 2016

Te has ido y me has dejado sola, con el corazón roto y las manos vacías de caricias. Te has marchado al único lugar al que no podía acompañarte y he tenido que dejarte partir. Pasa el tiempo, muy despacio, arrastrándose por el sofá, la cama y las alfombras de la entrada de nuestro hogar. Hecha pedazos, recordándote en cada rincón, en cada baldosa. Con las lágrimas siempre a punto de desbordarse al pensarte y el corazón encogido de dolor. Hasta siempre pequeña.

miércoles, 18 de mayo de 2016

No vale ser cobarde

Aquí me encuentro, parece que hace años que no escribo nada en este blog. Y así ha sido. Tal vez no tenía nada que decir o quizás no me apetecía compartirlo. La verdad es que muchos utilizan estos espacios siderales para ser leidos, para tener un poco de protagonismo en sus vidas. Yo lo hago como desahogo, lo vomito todo para entenderme, para buscarme y, a veces, también para perderme. Y si en algo soy experta es justo en eso. Llevaba unos años encontrada y ahora... vuelvo a dudar, a sentirme frágil y a querer esconderme. No es fácil, me descontrolo demasiado rápido y pierdo el norte, el sur y los papeles. Y hoy se me ha ido de las manos, otra vez. He querido cerrar los ojos y poder hacer command zeta pero ya no había marcha atrás. Si algo he aprendido con la escasa madurez que me han aportado los 34 es que ya no vale huir, no se puede ser cobarde y cerrar los ojos para no ver, el corazón para no sentir y los puños para no escribir. La marioneta debe seguir cortando sus hilos y caerse para después levantarse. No puede quedarse en el suelo hecha un ovillo y esperar a que todo se solucione solo.