viernes, 30 de abril de 2010

Juguemos

Hagamos frente a la situación como lo harían dos adultos: yo te grito, tú te das la vuelta y desapareces en el horizonte. Pero somos dos niños envueltos en algodón y licra, que juegan a ser mayores y fingen que se enfadan. Por esa razón levanto la voz, tú me ofreces la cara y callas. Y la ira va apoderándose rápidamente de mis tripas. Algo se enciende y arde dentro a una temperatura que no puedo controlar. Proyecto hacia el exterior la rabia y mis mentiras empiezan a ser verdades.
Arrastro los tacones que le he robado a mamá por la habitación. Tú te remangas la camisa que casi roza el suelo. Te odio, te odio, te odio, con todas mis fuerzas. Algo sucede porque las cortinas flotan a un metro de la pared, los muebles giran sobre sí mismos y noto frío el aire de esta cálida mañana de julio. Pero toda yo ardo, como si tuviese mucha fiebre. Te odio por hacerme ésto, te odio. Una oleada de llamas nace de tus pies y abraza tus piernas. Se enrosca como una serpiente en tu cuerpo y lame tu cuello. Ahora eres tú el que gritas. Seamos adultos en este juego de niños, tu gritas, yo me doy la vuelta y desaparezco en el horizonte.

jueves, 29 de abril de 2010

El oscuro secreto de A.

Me han contado que te gusta vestirte de mujer. Que sales a la calle maquillado y que te estás dejando crecer el pelo. Eras un chico guapo, con las facciones suaves y una sonrisa amplia y sincera. Todos sabíamos que tu corazón encerraba un secreto pero no podía imaginar que sería uno de semejante calibre. Me hablaron de tus gustos, sabía que le comprabas ropa a tu novia en un sexshop, razón por la cual ella parecía más una puta de Montera que una pija de Somosaguas. Faldas de latex, botas de plástico hasta la mitad del muslo, camisetas con escotes imposibles,... Me pregunto qué hacías con esos fetiches antes de regalárselos. Controlabas cada uno de sus movimientos, cada alimento que ella ingería y la mandabas al gimnasio si sus curvas se difuminaban con algún kilo de más. Me repugnabas a la vez que me llamabas misteriosamente la atención. Reconozco que he deseado golpearte, clavarte unos tacones de aguja en los ojos y reventarte la tripa a puñaladas mientras intentaba adivinar tus oscuros pensamientos al mirarte a los ojos. También he deseado hacerle lo mismo a ella, por sumisa y retrasada.
Y los domingos a misa. ¿Demasiados secretos imperdonables A.? ¿Le contabas al sacerdote estas cosas? Supongo que no. ¿Querías ser la niña que mamá nunca tuvo? Aunque no conocía tu pasión por la bragas de encaje y los sujetadores con relleno siempre me pareciste un hipócrita.
Sin embargo, ahora las cosas han cambiado. Me han contado que has aceptado y confesado tus debilidades, sales a la calle con tu nuevo yo vestido tal vez de Prada o tal vez del Bershka. ¿Nadie te dijo que aceptar tus debilidades no significaría hacerte más fuerte? ¿No te comentaron que aunque tú lidiaras con ellas el resto del mundo podría seguir odiándote? Porque tus debilidades, querido A., sólo te hacen más débil ante los ojos de los demás. Tú si que estás roto.
Seguro que los domingos te sigues calzando los chinos y los naúticos en la iglesia en lugar del vestido de flores. Por esa razón me repugnas, eres un completo hipócrita. Espero que tu dios te castigue.

martes, 27 de abril de 2010

Mis botas neoyorquinas

Tengo un capricho. Cuando muera quiero que me entierren con mis botas rojas de cuadros escoceses. Las compré en Nueva York el año pasado. Realmente estaba buscando unas martens negras, hasta la rodilla, con una rosa serigrafiada en bronce en el lado externo de la pierna, pero las ví y cambié instantáneamente de opinión. No importa que tenga 85 años cuando entregue la cuchara, quiero pasar a la otra vida con mis botas puestas. Si voy a pasarme unos cuantos siglos rondando por la tierra con mi nueva forma etérea voy a necesitarlas. Saltaré en los charcos y salpicaré a los transeúntes, me encaramaré a las ventanas hasta que sepa volar y después me apoyaré en los alfeizares para espiaros. Os haré la vida imposible, no por rencor o amor, sino por aburrimiento, esperando vuestros últimos momentos para que me acompañeís en el largo periodo en el que voy a estar deambulando por aquí. Rezaré a Papá Legba para que me ayude en el proceso y pueda comunicarme tanto con los seres vivos como con los muertos. Los demás espíritus sentirán envidia al verme con mis relucientes botas arriba y abajo, y es normal, porque a la mayoría les habrán enterrado con zapatos estrechos e incómodos de tacón o unos horribles naúticos o castellanos.

viernes, 23 de abril de 2010

Garbage- You look so fine

http://www.youtube.com/watch?v=O2bUoqacYmo&feature=related

Pareces estar bien. No hay máscaras, no hay lágrimas. Me gustaría sacarte el corazón y poner el mío en su lugar para que comprendieras que no soy como las otras chicas, que no quiero lo mismo que ellas, que no puedes tomarme como a ellas. Pero eso tú ya lo sabías. Escucho tu nombre y todo se viene abajo. Es enfermizo, me siento atada, encadenada a tu recuerdo. Pareces estar bien en este desierto imaginario donde tu cuerpo yace inmóvil sobre la arena y mi voz intenta despertarte. Tal vez no puedas oirme pero te estoy esperando bajo este sol abrasador porque sé que volverás algún día. Y que yo volveré a caer. Pareces estar bien, ¿es egoísta pensar que no deberías estarlo? Sólo finge un final felíz en el que estemos los dos en casa, perdiendo el tiempo, en el que me ames y yo pueda seguir adelante.

It's so insane
You've got me tethered and chained
I hear your name
And I'm falling over

I'm not like all the other girls
I can't take it like the other girls
I won't share it like the other girls
That you used to know

You look so fine

Knocked down
Cried out
Been down just to find out
I'm through living for you

I'm open wide
I want to take you home
We're wasting time
You're the only one for me

You look so fine
I'm like the desert tonight
Leave her behind
If you want to show me

I'm not like all the other girls
I won't take it like the other girls
I won't fake it like the other girls
That you used to know

You're taking me over
Over and over
I'm falling over
Over and over

Loving me one more time
Hide inside me tonight
Do what you want to do
Just pretend happy end
Let me know let it show)
Ending with letting go
Let's pretend happy end

lunes, 19 de abril de 2010

Menos cuentos. Guía de cosas estúpidas 3.

Desarrollo la teoría absurda del comportamiento parejil mediante un proceso de inducción. Me baso única y exclusivamente en mi propia experiencia y en la observación de mis semejantes, intentando no interferir en sus vidas y compartiendo mis hipótesis con otros eruditos en la materia, seguramente tan inexpertos como yo atendiendo a los resultados. La teoría parte del siguiente enunciado: en una relación o somos perros o somos gatos.

1. Si somos perros.
Nos gusta que nos amen pero preferimos amar. Fieles, cariñosos e inseguros porque nunca nos creemos merecedores de ese afecto. Pueden darse dos situaciones:
a) Que encontremos a otro perro. Equilibrio total de amor y comprensión. Situación ideal aunque aburrida a medio y largo plazo.
b) Que encontremos a un gato. Cuando el amo felino nos pega, volvemos a por más. Perdonamos, entendemos y nos conformamos. Esta situación es insostenible y sólo es llevadera a corto plazo. Muchos perros enamorados de gatos suelen ser gatos en otras relaciones simultáneas para encontrar el equilibrio que el primero les niega. El perro, transformado en gato, usa a otro perro para satisfacer sus necesidades de dominación. En ningún caso funciona.

2. Si somos gatos.
Lo más importante es mi independencia aunque puedo compartir parte de mi vida contigo. Sé que me amas y utilizo ese arma para mantenerte atado a mí, quiera o no quiera estar contigo. Se dan las mismas opciones que en el primer punto:
a) Que encontremos a otro gato. De esta unión son fruto las relaciones tormentosas, anímicamente agotadoras pero muy entretenidas. No se conocen las consecuencias de este tipo de enlaces a largo plazo.
b) Que encontremos un perro y le hagamos la vida imposible. Te quiero, ya no te quiero, ahora sí, ahora no. En muchas ocasiones, el gato se fija en otro gato que es opuestamente distinto a su perro y pasa a actuar como un can.

El estudio continúa buscando más formas de subsistencia. No se descarta que haya un tercer o cuarto grupo que actúe de forma similar a las aves o a otras especies. Lo que es evidente es que el comportamiento humano es irracional y errático.

Menos cuentos. Guía de cosas estúpidas 2.

Hace diez años...

-A mí es que siempre me han gustado los hombres graciosos, rubios y con los ojos azules.
No te estaba describiendo, porque tus ojos eran de un color mucho más parecido al cián que al azul. Tu pelo era castaño, sí, clarísmo, pero castaño, y no es que fueras divertido es que yo por aquel entonces me reía con casi todo. Recuerdo aquella historia que te inventaste en la que luchabas contra diez rapados tú solo, la noche en la que perdí el tren de vuelta a casa. La noche en la que el rubio acabó en el hospital por pelearse contra un saco de boxeo que le rebotó en la cara y en la que me llevaste a tu casa y acabamos sentados en el borde de tu cama viendo pressing catch en la tele. Me temblaban las rodillas, podía notarme el pulso en cada esquina de tu habitación. La mejor noche de mi vida, jamás he estado tan enamorada.

Hace cinco años...

-Siempre me han atraído los hombres inteligentes, con inquietudes literarias y con una personalidad extravagante.
La belleza exterior sólo es el reflejo del alma. Podría escucharte durante horas, días, meses,... No importa que no entiendas mis bromas, y que las tuyas no me hagan demasiada gracia porque nunca antes había sentido ésto por alguien. Recuerdo el dibujo que me hiciste saliendo del agua y que me hizo enrojecer, los poemas en nuestro primer aniversario de uno, dos y tres meses. Moriría y mataría por tí.


Hace dos años...

-Eres justo lo que siempre he buscado, mi prototipo de hombre ideal, sensible, moreno, simpático... Me siento yo misma estando contigo, tenemos gustos parecidos y te ríes de mis chistes estúpidos. Y claro, yo de los tuyos. En cuanto te ví, lo supe. Después de aquella noche en la que me tradujiste la letra de aquella canción al oido en un antrazo de mala muerte, no me quedaron dudas, eres el hombre de mi vida. Me iría hasta el fin del mundo si tú me llevaras de la mano. Parece que me entiendes con sólo mirarme... sobran las palabras.

Actualmente...

-Siempre he odiado los ojos azules. La inteligencia está sobrevalorada. No me gusta la complacencia. Los rubios me dan pereza. A los frikis, ni mencionarlos. Mi mundo interior es más complejo que el tuyo (y eso ya es decir mucho).
Y es que siempre me han gustado los pelirrojos, masculinos, primitivos, de ojos verdes o grises, que trabajen con las manos pero que no sea en algo artístico ni relacionado con el mundo del motor. De inteligencia normal, alegres, que no sean ni muy divertidos ni muy aburridos, que les guste leer pero ni el Marca ni a Dostoievski. Que no les guste el fútbol pero que practiquen algún deporte en equipo, ... y como en la película, que le gusten los perros.

miércoles, 14 de abril de 2010

Menos cuentos. Guía de cosas estúpidas 1.

Me encanta cuando en las películas él se aleja en el horizonte y ella recoge su camisa del suelo y la huele. Su perfume, su olor, la esencia del ser amado concentrada en un pedazo de algodón, de seda o de lino. Ella parece recordar los momentos en los que ha tenido su piel cerca de la naríz, rememora con intensidad las caricias, los besos, sólo con aspirar el olor de la prenda. No importa si es él o es ella la que recrea, menos que sea la tela de una camiseta o la zona de las sábanas donde ha dormido. Todos lo hemos hecho de algún modo, buscando en la ausencia un atisbo de realidad. Al recoger la habitación me encuentro con tu camiseta en una esquina de la cama. ¿A qué hueles? A colonia, a jabón, a desodorante,... ¿Por qué en las películas no hay muecas de asco cuando al esperarte flores de jazmín y amaneceres te encuentras con un bofetón de sudor, tabaco y bocata de calamares? Una imagen pseudoromántica en la pantalla que se transforma en una secuencia llevando la ropa a la lavadora en la vida real. Y ni te cuento si en lugar de una camisa el amante se deja unos calcetines...

martes, 6 de abril de 2010

La única salida

No hay leyes fuera de los altos muros de la ciudad. Siempre decía que era preferible pedir perdón a pedir permiso. Hablaba como si no hubiese nadie más en el mundo que pudiera entenderte. Conversabaís y reías, porque te parecía curiosa la forma en la que se expresaba, caminabaís y mirabas el cielo, aunque solías andar con los ojos fijos en el camino en el resto de las ocasiones. Era como tu hermana mayor, tu mejor amiga o una eterna aliada. Aquella noche ella estaba nerviosa. Tenía las pupilas muy dilatadas y un leve temblor en la punta de los dedos. Intentaste calmarla en vano y te condujo a la puerta norte de la ciudad, donde tantas veces habiaís malgastado la tarde con secretos e historias imposibles. Respiraba hondo y con dificultad.
- No puedo pedir perdón- dijo mientras se apartaba un mechón de pelo que se había soltado de su coleta- Simplemente no puedo.
- Pero ¿has pedido permiso?- contestaste, sin saber muy bien si esas eran las palabras adecuadas.
- Tampoco.
Te guió fuera de los límites de la ciudad en silencio. El nerviosismo desapareció de sus manos y sus ojos se adaptaron a la oscuridad.
- No puedo volver- susurró.
- Ahora yo tampoco- Y caminaste siguiendo un mapa oculto en las estrellas.