viernes, 25 de septiembre de 2009

No me gustas nada

Siempre te imaginé vacía y ahora te veo llena de estupideces. No me gusta la gente que vive para los demás, los que hacen porque esperan. Tú reclamas mucho. No me gusta la delgada línea dibujada sobre tus párpados, que feminiza tu androginismo, me enferma tu cuerpo recto con sus movimientos preconfigurados. Eres de papel y pantalla, no de carne y hueso. Cuando miras, no ves, cuando haces, destruyes. No me gusta tu máscara de felpa, entretejida con mentiras y pensamientos robados. Tú no eres tú, por mucho que te vendas y algunos confíen. No me gusta tu mirada turbia, tus pequeños ojos negros, tu diminuta y delgada boca. Me identificaste con el enemigo y me atacaste por la espalda. ¿Qué querías que yo tenía? ¿Qué quisiste robarme? Sentí lástima. No me aportas nada y por eso te saqué de mi vida, pero te empeñas en formar parte de ella. Lo has conseguido. Aquí tienes mi reacción: no me gustas nada.

martes, 15 de septiembre de 2009

Los placeres (inmediatos) de Eva

Eva estaba aburrida. Habían pasado varios días desde que un señor llamado dios le había depositado en aquellas tierras. Había deambulado por los jardines, se había bañado en los ríos y lagos, acariciado los caballos y probado todos los manjares que la naturaleza le brindaba. Eva no se encontraba sola, una criatura macho de su especie le hacía compañía. Parece ser que el señor había fabricado primero a su alter ego y que, como vio que se aburría bastante, después la había creado a ella. Aunque la idea de haber formado parte de Adán antes de nacer pueda parecer muy bonita y romántica, a Eva le producía escalofríos. "Una costilla", se decía mientras se palpaba el costado, "Soy una puta costilla". No hay nada romántico en una costilla. Jugaba a esconderse de Adán, que la contemplaba embelesado como si fuera algo mágico. No había sentido dolor en la extracción de esa parte de su cuerpo y al observar a su hija-compañera-amante, el pecho se le hinchaba de orgullo. Antes de marcharse el señor les había dicho que podían tomar todo lo que quisieran del paraíso salvo los frutos de un árbol: el árbol de la Ciencia del bien y del mal. Hasta ese momento ninguno de los dos se había percatado de su existencia. Había arbustos más frondosos, más altos y productos más atractivos que los que colgaban de sus ramas. Al escuchar la palabra "prohibido" a Eva se le alteró el pulso. Durante un tiempo Adán la mantuvo a raya, algo que no fue fácil pues era muy testaruda, pero llegó un día en el que ella le dio esquinazo jugando al escondite y se acercó al árbol prohibido. Los eruditos dicen que fue una serpiente la que le ofreció el fruto y que pudo más la curiosidad que la lealtad. La verdad es que la manzana estaba ahí y que ella empezó a necesitarla. Agarró una y acarició su piel roja y brillante, se la acercó al rostro y olió el aroma que desprendía. Miro a ambos lados y, como nadie parecía observarla, clavó sus dientes en la carne jugosa y fresca de la manzana. Al masticar y tragar el pedazo Eva entendió muchas cosas:
1. Que estaba desnuda. Teniendo en cuenta que Adán era el único animal de su especie, la diferencia entre estar vestido o desnudo no tenía demasiada importancia.
2. Que moriría. Después de llevar varios días en el paraíso aquella vida le parecía monótona y aburrida, para siempre le parecía mucho tiempo.
3. Que sufriría en el parto. Eva volvió a maldecir a la costilla de Adán y se hizo vegetariana y feminista en ese mismo instante.
4. Inclinación al pecado. ¿Pero no había mordido ya el fruto prohibido?
5. Su cuerpo la iba a exigir más placeres de los que necesitaba: bebida, comida, sexo, comodidad,... lo que se traducía también en una mayor diversión.
6. Para satisfacer esos placeres (todos, no sólo los aumentados tras cometer el pecado) tendría que obtenerlos con el sudor de su frente. Eva no sabía lo que era trabajar así que no le dio mucha importancia a este punto.

Adán, que estaba escondido tras un arbusto, vio que Eva tomaba la manzana y corrió hacia ella. Dio un segundo bocado a la deliciosa fruta y le miró. "No está nada mal este hombre", se dijo. Imaginó que ambos corrían desnudos por la pradera y que él la atrapaba con sus musculosos brazos y la arrojaba sobre la hierba húmeda. Inmediatamente Eva se ruborizó y se cubrió los atributos femeninos con las manos, no porque estuviese desnuda sino porque Adán descubriría que algo en su cuerpo había cambiado y quería que él también lo probase para que satisfaciera sus recién surgidos deseos. Adán dudó pero como no veía a dios por ninguna parte...
Después apareció el dictador que los había abandonado en el paraíso y les castigó por desobedecer sus órdenes, arrojándolos a la tierra.

En cuanto Eva se levantó del suelo y se sacudió la arena de rodillas y manos, se abalanzó sobre Adán y le dijo que quería sexo. Él la regañó por haberle tentado y haber comido del fruto prohibido, pero su enfado duró poco. Él también. Luego sintió hambre y buscó comida, sueño y encontró descanso. Como consecuencia, algunas hijas de Eva han heredado de su madre la tendencia hacia la consecución del placer como fin al identificarlo con el bien y de su padre el echarle la culpa de todo a los demás, sobretodo a sus progenitores.

sábado, 12 de septiembre de 2009

De nuevo 36 grados

Con el aire fresco de septiembre regresaste, jadeante, misterioso. Ella te reconoció por el tacto de tus manos sobre su espalda dormida y el peso de tu liviano cuerpo sobre el suyo. Los fantasmas casi no pesan, pensaba ella. "Bésame, tócame". Ha pasado un año desde tu última visita y ella ya no teme al abrir los ojos y encontrar un rostro que no conoce, sólo quiere sentir la presión de tus dedos en su piel y el calor de tus labios propagándose desde sus pies hasta las entrañas. "Nunca me habías besado", elementos nuevos en el nuevo encuentro después de tantos meses. "Fóllame". Está siendo suave, demasiado suave. Ella se queda fría. Le recordaba tan violento, tan misterioso,... tal vez demasiadas expectativas. "Vuelve mañana, querido" Bajo las sábanas se conforma y piensa en aquel agosto en el que el reloj marcaba 36 grados.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Un punto menos para el diseño

Ayer volví a intentarlo y le puse un fondo negro a toda la apertura de ocio (¡Toma!). Es la cuarta vez que la directora del periódico en el que trabajo sale de su despacho y se dirije a mí, todas por la misma razón.
- "¿Quién ha hecho la página de La vida?"
Silencio sepulcral. Mis compañeros bajan la cabeza y me preparo. Otra vez me toca.
- "Yo"
- "¿No sabes que los fondos negros en nuestro periódico no salen bien? ¿Es que no te acuerdas...?"
Pues claro que me acuerdo señora, pero la he colado ya unos cuantos y no se ha dado ni cuenta. Es que el trabajo me aburre y sólo se me ocurre putear al personal, ¿usted que cree? Eso es lo que me dieron ganas de contestarla o bien que ella está equivocada y que el error de impresión al que se refiere tuvo más que ver con un eps que con un cuadro de imagen de un color determinado. ¿Por qué naranjas al 100% sí y negros no?
En lugar de aquello me limité a mirarla y a seguir con lo que estaba haciendo. Su tono de voz de angustia y enfado fue debilitándose ante nuestra reacción. No podemos explicarla por qué razón aquella página salió mal en Asturias porque tendría que empezar por la definición de eps, de jpg, y unos cursos básicos sobre la imprenta ovetense que, por alguna extraña razón, no imprime en ese formato.
Modifiqué la página con mucho disgusto, estaba realmente orgullosa del resultado final y ahora mi (poca y cada vez menos) creatividad se hallaba cercenada por la teoría absurda de los fondos negros a toda página. Por este tipo de cosas es necesaria la existencia de un jefe de diseño en un periódico. Si no quiere fondos negros que le encarguen la página a otro que no sea ayudante de redacción. En un mes vuelvo a intentarlo.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Vuelve

Pasa el tiempo. No te hagas mayor, te suplico. Me gustas así, nuestras aventuras, tu risa y la mía en una canción sin acordes. ¿Recuerdas las tardes de verano? ¿Cuando me salvaste de los tiranos y te dije que no me importaba cómo acabara todo mientras estuvieses a mi lado? De tus ojos brotaron dos lágrimas, una tuya y otra que debía ser mía. Pasa el tiempo y te echo de menos. No crezcas sin mí. Vuelve.

lunes, 7 de septiembre de 2009

En tonos grises

Ni blanco ni negro. Vete tú a saber qué significa éso. Amanece y al mirar por la ventana los rayos del sol colorean la ciudad pero cuando te observo sólo hay grises, adormecimiento de mis retinas, fallos de conexión entre cerebro y sistema visual. Me lo pienso un segundo antes de tocarte, quizá tu falta de pigmentación sea contagiosa y al mirarme al espejo descubra que yo también he desteñido y mis ojos, mi piel, mis mejillas, mis labios, sean también grises. Te acercas a mi boca, me sujetas por la cintura y cierro los ojos. No quiero ver cómo mis manos cambian de gama al tocarte. La ropa que antes podía protegerme del contacto cae sobre el suelo, tus brazos me han atrapado de nuevo y aprieto los párpados. Noto tu saliva en mi cuello, cómo tus manos me recorren y me aprietan, tus dedos me acarician, me doblegan, entran, salen. El calor es rojo, el deseo es rojo, los colores pierden su importancia y sólo te quiero dentro, no existe nada más en el mundo que este espacio y este momento. Abro un poco los ojos, con miedo, preparada para ver el desvanecimiento del tono de mi cuerpo, fundida con tus grises, pero no parezco distinta. Sin embargo, las partes de tu cuerpo que me han tocado se han coloreado y con ansia te beso, te lamo, te agarro, te abrazo, para contagiarte. Ya no temo el reflejo. Me quedo dormida con tus besos, con tus palabras, en una oscuridad casi absoluta y al despertarme tu cuerpo desnudo ha vuelto a su color habitual y tiemblo al acercarme al espejo. Nada ha cambiado, suspiro aliviada, y vuelvo a tumbarme en la cama y a acariciar tu espalda, tus nalgas, tu torso, tu cara...