lunes, 28 de diciembre de 2009

La lista de la compra

Mañana fría de ultracongelados, lluvia de maizena y horchata. Los pasillos del mercado son una terminal de un aeropuerto. Las flechas pintadas en los azulejos grises del suelo, los carteles amarillos con letra de frutero, todo te lleva a tu destino sin ganas, sin precio.
Un kilo de rojas manzanas recién enceradas, medio de uvas, póngame unos melocotones tan jugosos como tus labios, y entre tanta fruta y verdura tus manos se mueven rápidas y firmes jugando a ser malabarista.
¿No traes lista? Me mira con sus ojos marrones almendrados y al lado de las piñas hay un letrero con el artículo ofertado. Tequieros a un euro el cuarto, y le pregunto de dónde vienen para ser tan baratos, "Esta mañana han crecido en los estantes, pero no puedo decirte si son dulces o si son amargos"
Lleva el pelo largo recogido en una coleta y su voz es suave y cálida. "Te recomiendo que no los compres, prueba estas fresas" Coge una, la besa y me la ofrece. Su carne se rompe entre los dientes, la intensidad del color, del sabor. Me observa mientras me deleito con su textura. ¿Volverás mañana? me pregunta. Pienso en escalar las montañas de fruta y hacerme hueco entre los calabacines y los tomates para mordisquear sus labios, en tumbarle sobre las lechugas y aplastar con nuestros cuerpos los caquis. "Sí, claro", contesto sin poder mirarle a los ojos. Y con el cambio me regala otra fresa de diez euros la pieza.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Cuento gráfico de Navidad

Andaba pelando patatas para preparar una tortilla para la cena de Nochebuena y al meter la mano en la bolsa para coger un nuevo tubérculo que despellejar, ¡zas!, revelación. No estoy acostumbrada a este tipo de hechos religiosos pero he de reconocer que la visión me paralizó momentáneamente. Dentro de la bolsa se encontraba la "Patata niño Jesús", con sus bracitos, su naricita, con el manto en que debió envolverle la virgen al nacer. Sólo le faltaban los ojitos y la boquita así que, con la ayuda de un rotulador rojo, se los dibujé cuidadosamente. La patata niño Jesús deambuló por mi cocina y protagonizó una novela gráfica, fotos junto a otras patatas, en la encimera, y luego intentó sustituir al niño Jesús de pega del nacimiento que mi madre había puesto en el salón. Como hacía frío y no disponía de una mula y un buey para calentarle, decidí pasarle la bendita tarea a mi perra. Ella cogió a la patata niño Jesús cuidadosamente entre sus colmillos y se lo llevó al sofá pero una vez allí su instinto canibal afloró y tuve que rescatar al bebé de entre sus garras. Después de un buen rato jugando a ser dios con la vida de la patata divina y de lanzarla por la ventana, jugar al frisbee y clavarle las uñas en los ojos hasta que las lagrimitas le rodaban por sus suaves mejillas de patata, me cansé y la coloqué junto a la radio en la entrada. Para ser mi primera revelación, no estuvo nada mal.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Confieso que no leo a Kafka

Tapas negras serigrafiadas con flores en plata y lila. Caracteres góticos y la imagen de un espejo con la silueta de una princesa. Así se vende el nuevo volumen de "Ghostgirl". El segundo libro de Tonya Hurley me gritó desde las estanterías perfectamente colocadas de una conocida tienda y no pude resistir la tentación. La originalidad de la portada, las ilustraciones, la maquetación pulcra y levemente ornamentada de las páginas, ... Cogí el ejemplar y me lo llevé a casa dispuesta a saber qué tipo de aventuras le ocurrirían a Charlotte.
Que los libros para adolescentes deprimidos con tendencias suicidas estén de moda, es un hecho. Que nos guste ver sufrir a la gente en el cine y a través de los libros, es un hecho reconfortante.
Completamente maravillada por el diseño adolescente de la colección me leí el primer tomo y estoy a medias con el segundo y aunque odio profundamente a los jóvenes que cumplen estas características me he dejado llevar por las cenefas, los motivos florales y la tipografía Verdana a tamaño 11.
Charlotte iba al instituto y era una marginada social. Era fea, no tenía amigos y para colmo se había enamorado del chico más popular del instituto. Con este comienzo uno espera un final tipicamente americano en el que la belleza interior importa más que la cantidad de rimmel que sean capaces de soportar tus pestañas. Pero no. Charlotte andaba obnubilada pensando en Damen, que así se llamaba el desafortunado, y se atragantó con un osito de goma. Como siempre andaba sola por los pasillos nadie se percató de que nuestra protagonista no respiraba y la pobre murió de esta extraña y desternillante manera. Así comienza la historia de ghostgirl, la adolescente fantasma deseosa de hacerse un hueco entre la créme de la créme de un instituto cualquiera. Comparte protagonismo con Scarlett, la hermana rara de la chica más guay del insti y novia de Damen, Petula, nombre igual de repugnante que su personaje. Scarlett es la única persona viva con la que Charlotte puede comunicarse. Comienza así su amistad, llena de desencantos, ilusión y compañerismo.
Ghostgirl, el regreso, arranca en el momento en que Charlotte ha pasado a la segunda fase, ya no se encuentra en el mundo de los vivos pero en el de los muertos sigue siendo un cero a la izquierda.
Evidentemente la trama es tan ridícula que ralla la parodia y aunque es muy divertido, el poso de la lectura es más amargo que cálido. Lo mejor, las frases de los comienzos de capítulo y los resúmenes con contenido educativo como por ejemplo:
"La vida no se mide por el número de veces que respiras, sino por el número de momentos que te dejan sin respiración" George Carlin
Y ahora que confieso que no leo a Kafka, que el cine y la literatura barata han hecho mucho daño en las débiles y moldeables mentes de nuestros jóvenes (incluso en las nuestras, véase por ejemplo Sisí emperatríz, La princesa prometida, La bella y la bestia o leáse cualquier novela rosa en el que la protagonista no consiga todo lo que espera) voy a deleitarme con unas paginitas de Ghostgirl, porque aunque la vida parezca una mierda es mejor no estar dispuesto a dejar de soñar que rendirse al aburrimiento perpetuo. Amén.