jueves, 3 de diciembre de 2009

Confieso que no leo a Kafka

Tapas negras serigrafiadas con flores en plata y lila. Caracteres góticos y la imagen de un espejo con la silueta de una princesa. Así se vende el nuevo volumen de "Ghostgirl". El segundo libro de Tonya Hurley me gritó desde las estanterías perfectamente colocadas de una conocida tienda y no pude resistir la tentación. La originalidad de la portada, las ilustraciones, la maquetación pulcra y levemente ornamentada de las páginas, ... Cogí el ejemplar y me lo llevé a casa dispuesta a saber qué tipo de aventuras le ocurrirían a Charlotte.
Que los libros para adolescentes deprimidos con tendencias suicidas estén de moda, es un hecho. Que nos guste ver sufrir a la gente en el cine y a través de los libros, es un hecho reconfortante.
Completamente maravillada por el diseño adolescente de la colección me leí el primer tomo y estoy a medias con el segundo y aunque odio profundamente a los jóvenes que cumplen estas características me he dejado llevar por las cenefas, los motivos florales y la tipografía Verdana a tamaño 11.
Charlotte iba al instituto y era una marginada social. Era fea, no tenía amigos y para colmo se había enamorado del chico más popular del instituto. Con este comienzo uno espera un final tipicamente americano en el que la belleza interior importa más que la cantidad de rimmel que sean capaces de soportar tus pestañas. Pero no. Charlotte andaba obnubilada pensando en Damen, que así se llamaba el desafortunado, y se atragantó con un osito de goma. Como siempre andaba sola por los pasillos nadie se percató de que nuestra protagonista no respiraba y la pobre murió de esta extraña y desternillante manera. Así comienza la historia de ghostgirl, la adolescente fantasma deseosa de hacerse un hueco entre la créme de la créme de un instituto cualquiera. Comparte protagonismo con Scarlett, la hermana rara de la chica más guay del insti y novia de Damen, Petula, nombre igual de repugnante que su personaje. Scarlett es la única persona viva con la que Charlotte puede comunicarse. Comienza así su amistad, llena de desencantos, ilusión y compañerismo.
Ghostgirl, el regreso, arranca en el momento en que Charlotte ha pasado a la segunda fase, ya no se encuentra en el mundo de los vivos pero en el de los muertos sigue siendo un cero a la izquierda.
Evidentemente la trama es tan ridícula que ralla la parodia y aunque es muy divertido, el poso de la lectura es más amargo que cálido. Lo mejor, las frases de los comienzos de capítulo y los resúmenes con contenido educativo como por ejemplo:
"La vida no se mide por el número de veces que respiras, sino por el número de momentos que te dejan sin respiración" George Carlin
Y ahora que confieso que no leo a Kafka, que el cine y la literatura barata han hecho mucho daño en las débiles y moldeables mentes de nuestros jóvenes (incluso en las nuestras, véase por ejemplo Sisí emperatríz, La princesa prometida, La bella y la bestia o leáse cualquier novela rosa en el que la protagonista no consiga todo lo que espera) voy a deleitarme con unas paginitas de Ghostgirl, porque aunque la vida parezca una mierda es mejor no estar dispuesto a dejar de soñar que rendirse al aburrimiento perpetuo. Amén.

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