viernes, 26 de marzo de 2010

Fin

Mira cómo el cielo se desploma sobre nuestras cabezas. Es hermoso sentir el final tan cerca. Mientras todo el mundo corre intentando encontrar un lugar donde refugiarse, él se sienta en un banco del parque y contempla el horizonte. ¿Es hermoso, verdad? Rojo como la sangre, caliente como un bollo recién sacado del horno. Terrible y magnéticamente precioso. Los gritos de la gente se acumulan en sus oidos. Despacio, entrad de uno en uno, para que pueda sentir su tono vibrar en mis tímpanos. Ha llegado el final y espera sin remordientos la nada, tranquilo por el camino recorrido, por los momentos y las sonrisas arrancadas. Nunca tuvo fe en ninguna religión que no fuera la propia, y ahora se encontraba contemplando aquella destrucción casi antinatural como si de una pantalla de cine se tratase. Enciende un cigarrillo al que no podrá dar la última calada. Felíz al ver el caos, se desnuda y se echa sobre la hierba seca. Qué inmenso placer al ver el cielo desplomándose sobre su cabeza y el calor con su lengua de fuego devorando su cuerpo.

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