viernes, 5 de marzo de 2010

La página 25

No fueron tus palabras, ni tus contínuas atenciones, ni el reflejo del mar en tus ojos marrones. No fue el exceso de alcohol, ni las drogas, ni el olor a hierba mojada en nuestras ropas después de abrazar la tierra en una noche que se me antojaba infinita y borrosa. No puedo decirte que te amase desde el primer momento, ni que lo hiciera años después, tampoco que no me arrepintiera aquella mañana o a la semana siguiente. Ni tu rostro, ni tu voz, ni tus actos. Supe que podría amarte cuando leí tu cuento, y más concretamente, al llegar a la página 25. Había tanta pasión en tu pluma, un futuro tan claro que me convenciste. La celeridad de los acontecimientos, los pensamientos de la protagonista, la identificación tú-yo-ella en cada capítulo. Descubrí que podría quererte, si no lo hacía ya desde la página 24, y también que jamás terminarías aquella historia. Esa fue la razón por la que me enamoré de tí, tu maldito cuento,y que no la acabases el motivo por el que mi llama comenzó a extinguirse. Si buscase una razón de por qué te amé y dejé de amarte sería la dichosa página 25.

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