sábado, 8 de mayo de 2010

The healers

Ladies and gentleman... Estabas al fondo del bar, con una botella de zumo de tomate en la mano derecha y apoyado sobre la barra. Te miramos, era evidente que no eras de aquí. El grupo comenzó a colocar los instrumentos sobre el escenario. Llevabas un pantalón negro ancho con una cadena amarrada a uno de los bolsillos, un chaleco de cuero, una camiseta también oscura y el pelo lleno de miles de finas rastas. En la oreja derecha un aro plateado. Los músicos comenzaron a tocar, dejaste el zumo rojo en la barra y te acercaste al escenario. Agarraste el micrófono y dijiste: "Ladies and gentleman, from New York city..." Tu voz era a veces muy grave y otras muy aguda, el corazón, los pulmones, el cerebro me palpitaban bajo la piel y los huesos. Me teletransporté mentalmente a un club neoyorquino de hace más de dos décadas, percibí el olor a puro avainillado, a whisky añejo y a colonia de hombre. Me compré tu disco en el descanso y me acerqué a la barra para que me lo firmaras. What I know, what I see, what I feel, what I want of you... Versiones, propias, tus palabras entre tema y tema, el guitarrista lamiendo las cuerdas, el bajista con la mirada perdida en el horizonte en un estado similar al éxtasis... y nosotros allí, bailando y tarareando las letras mientras el batería aporreaba los platos. Fue un concierto mágico. Y mañana más.

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