jueves, 30 de julio de 2009

Al otro lado del espejo

Las noches de verano son eternas. He borrado tres horas en el despertador con una goma blanca y escondido las dos horas siguientes debajo del número 6. Hace calor y cada vez que me despierto a beber agua creo que ya es de día y que el despertador sonará de un momento a otro. Por alguna extraña razón ya estás despierto a las 9:30. He visto tu persiana alzarse desde mi ventana aunque no he podido distinguir tu silueta. Me pica la curiosidad, me gustan los paralelismos. Tu edificio es la imagen del mío en un espejo, tu habitación la mía al otro lado de la calle. Solemos despertarnos al mismo tiempo, pasadas las doce del mediodía, aunque este verano la luz del sol nos molesta tanto que no aguantamos en la cama más allá de las diez. Alguna vez te he observado desde las sombras de mis cortinas por puro aburrimiento y durante la primavera te encontraba en la calle leyendo detrás de mi bloque cuando bajaba a los perros. Ahora yo leo en la piscina y tú dormitas en la sombra a escasos metros de mi toalla.
Rara vez nos saludamos, nunca fuimos amigos aunque nuestros colegios compartían autocar de vuelta a casa y tú seas tal vez sólo dos años mayor. Eres el pequeño de tres hermanos, en el espejo, yo la mayor del mismo número. Me ha apetecido un millón de veces invitarte a un café, sentarme a tu lado y leer algunas líneas de tu libro, caminar en silencio por las calles vacías que nos rodean y despedirnos al llegar a casa a través de la ventana con una linterna. ¿Estás sentado escribiendo en el ordenador al otro lado del espejo?

No hay comentarios: