martes, 28 de junio de 2016

Asustada

Miedo. Estás escondida en la más absoluta oscuridad, con los brazos recogiendo tus piernas y la cabeza oculta entre las rodillas. Quieta, muy quieta por si él escucha el más leve movimiento, el roce de la camiseta contra la mesa, tus zapatillas sobre el parqué o cómo la sangre se desliza por tus venas. Intentas no respirar pero cada vez que coges aire los pulmones no pueden contenerlo. Escuchas sus pasos, firmes, cada vez más cerca. Los dientes te castañean, unas finas gotas de sudor empiezan a aparecer en tu frente. Susurra tu nombre, de esa manera que te obliga a obedecer aunque la mente te esté pidiendo que huyas lo más lejos posible. Encadenada a esa voz, atada a ese cuerpo que te doblega, que te hace querer desaparecer en el abismo más absoluto. Y sin saber cómo, te escuchas a ti misma diciendo "estoy aquí" mientras escuchas su respiración cada vez más cerca.

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