domingo, 18 de julio de 2010

Déjame

Déjame acariciar el tiempo y modelar estos sueños inacabados mientras aún me queda espacio. Permíteme rectificar, decir de este agua no volveré a beber, que ya he comprobado que me sienta mal y que no aplaca la sed. Mira todo lo que construyo y destruyo, para lo que valgo y lo que no me sirve de nada, el cigarro que consume la tos, la tos que sólo cesa con el cigarro. Déjame volar y caer, ser presa de mis propias mentiras, agarrar tu mano si tropiezo y apartar tus labios de mi mejilla. Permíteme (de nuevo), hablar de tí sin ensuciarte, que tu nombre resbale entre mis dientes y no sentir un peso incómodo entre el pecho y el vientre cada vez que te recuerde. Mira todo lo que he aprendido y sigo aprendiendo, no engaña el color de mis mejillas ni el brillo de los ojos para saber que olvidé lo que debía. No engañan no, ni mis palabras ni mis gestos. Déjame cerrar la puerta y volver a acariciar el tiempo.

No hay comentarios: