jueves, 15 de octubre de 2009

Con uve de beso

Beso se escribe con uve, con esa uve que garabatean los niños en cuartillas cuadriculadas, serpenteando entre los versos y fundiéndose después del lazo con otros caracteres. Con uve de verso. Beso sabe a vacaciones de verano, a sal y arena, a noches largas sin dormir que empiezan y acaban de día. Tus besos son cálidos como el vino, rojos, mojados y al beberte me embriago y pierdo el control. Caigo en el vacío de tus manos, que también se perfilan con uve de beso y una y otra vez vuelvo a vagar entre tus labios. Sabes a vainilla y chocolate, mi boca vacila ante las uves de tu boca, hay tan poco tiempo... Es verdad que somos vulgares, en horizontal y en vertical, que tus besos son violentos y van venciendo las barreras. En pocos minutos mi vestido adorna el suelo y me coloco la venda sobre los ojos. Ni yo soy tu víctima ni tú el vencedor de esta partida. Mi cuerpo vibra, vacío de emociones ajenas a este vínculo en el que todo o nada vale, depende del momento. Como venganza, las palabras son el veneno y los besos con uve que deposito con vicio sobre tus labios, la vacuna. Me sobra el primer sentido, sólo necesito oirte, olerte, tocarte, lamerte, para sentirme viva. Sin voluntad, sin posibilidad de volver atrás y reiniciar las uves, vuelo lejos de tu cuerpo.

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