miércoles, 10 de junio de 2009

El conejo

Seguro que alguna vez te has preguntado si serias capaz de matar. La respuesta parece intuitiva: "-No, bueno, depende, si matasen a toda mi familia ante mis propios ojos y el asesino fuera a clavarme un cuchillo en la yugular y casualmente yo tuviese en la mano..." Eso es defensa propia, no vale. Cuando uno cree que va a morir el instinto de supervivencia prevalece ante cualquier otro, incluso ante el de amaos los unos a los otros que reza en las escrituras bíblicas. Ayer volvía del trabajo y llovía, ligeramente. Me encanta la lluvia cuando hace calor y la tierra pide a gritos que el cielo se apiade de ella y la refresque. Me hubiera gustado tener ya entre mis manos la tercera parte del libro que estoy leyendo y poder arroparme con una manta en la terraza con un café caliente y un paquete de tabaco recién abierto, leer hasta el amanecer con el sonido de la lluvia de fondo. Así que volvía del trabajo pensando si sería capaz de matar, sin objetivos, imaginando las respuestas que darían los que me conocen si alguien les preguntase si tengo tendencias homicidas, simplemente por pasar el rato durante los 24 minutos y 37 segundos que tardo de media en realizar el recorrido trabajo-casa. La mayoría diría que necesitaría un motivo para hacerlo, el resto que soy completamente incapaz de matar a una mosca. Recreo el asesinato perfecto en mi cabeza, una víctima aparentemente al azar, un instrumento de tortura elegido sin premeditación y millones de pistas falsas en la escena del crimen. Debería escoger a la víctima fuera de mi ámbito y jamás intercambiar una palabra con ella. Tendría que investigarla, conocer a sus allegados y hacerme con material genético de todos ellos para luego colocarlos estratégicamente. Después, quemarlo todo. En una ocasión leí que el crimen perfecto no es aquel que nunca fue resuelto, sino el que se resolvió sin dar jamás con el asesino. El sábado atropellé a un conejo, a un precioso conejo q salió a la carretera de pronto sin que me diese tiempo a reaccionar. La cantidad de hierba que habría comido el resto de su vida si no me hubiera cruzado en su camino. ¿Habrá restos de pintura en su diminuta cabecita blanca? ¿Hubo testigos? ¿Cúal es la diferencia entre matar a una mosca y a un conejo?

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