viernes, 30 de enero de 2009

Mi deuda

Estoy en deuda. La libélula late en mi piel, mensajera de cambios, ansiosa de lluvias interminables y sueños aún por cumplir. Para unos trae buena suerte, para otros desgracias, pero cada hilo de sus alas os pertenece y grita vuestros nombres . Lo compartimos todo, para eso somos como hermanos, y hemos reido, llorado, nos hemos abrazado e imaginado un mundo mejor. He ignorado conscientemente vuestros consejos una infinidad de veces, nos hemos enfadado y a veces os he arrancado algunas lágrimas. He sido Caín y, por ello, reprochada, Abel, y por ello maldecida. He sido la más santa y la más puta, la más segura y la más retraída, el bicho más raro y la persona más cuerda de la sala. Aún así, os amo, por lo que sois, por lo que soy, por lo que seremos, porque todo a vuestro lado parece posible. Si escribo que estoy en deuda es porque a veces me es imposible estar a la altura, sin duda, más de lo que merezco. La libélula podía ser caduca antes de conoceros, antes de compartir nuestras vidas. Todo lo demás parece efímero cuando noto vuestras manos en la espalda, cuando al caminar escucho detrás vuestros pasos, cuando me abrazaís y cuando encuentro consuelo en vuestras voces. Os amo con todo mi corazón y desde lo más profundo de mis entrañas.

No hay comentarios: