lunes, 19 de enero de 2009

Crack

Me levanto de la cama y suena un chasquido bajo mi piel. Crack. Los brazos están en su lugar, las piernas responden a los estímulos enviados por el cerebro, me palpo para buscar el origen del sonido y nada. Camino despacito, con mucho cuidado y algo tintinea dentro, más rápido si acelero el ritmo, lento si empiezo a detenerme. Me paro. Dejo de sonar. El crujido me es familiar, sé que lo he escuchado antes en algún lugar pero no recuerdo dónde. Frente al espejo me observo con detenimiento y todo parece correcto, dos ojos, una naríz, cuatro extremidades, diez dedos en las manos y diez en los pies. Y al girarme, otra vez crack. Empiezo a pensar que tal vez no sea visible, puede estar ahí dentro, en algún lugar de mi cuerpo que desconozco. Continúo la búsqueda, esta vez con más atención, tengo pulso, me late el corazón, respiro así que los pulmones funcionan, ... Intento no escucharme, me ducho, me visto, salgo a la calle y nadie me mira de un modo raro por lo que supongo que sólo yo puedo oirlo. ¿Seré un autómata que necesita una puesta a punto? ¿Me sentaría mal algo de lo que comí anoche? Pero no me duele nada y no me cuesta moverme, sólo es ese incómodo sonido que empieza a perforar mis tímpanos. ¿Estaré rota? Y recuerdo por qué me era ligeramente familiar. Definitivamente estoy rota, pero todavía no hay dolor. Quiero que acabe el día para ver si mañana puedo sentir algo conocido que me reconforte. Necesito lágrimas, rabia, tristeza y luego culpa, amor y esperanza. No pienses que no te avisé, ya sabías que era una marioneta rota, lo que quieras que signifique eso.

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