miércoles, 4 de febrero de 2009

La verdadera historia

En mi más tierna infancia mi madre y mis tías me contaron una historia familiar. Era triste pero bonita, y como la fechas parecían coincidir crecí creyéndola a pies juntillas. Cuando mis hermanos me preguntaban sobre nuestro origen yo repetía las mismas palabras, añadiendo algunas imágenes que había recreado en mi cabeza, deteniéndome en los hechos y justificando a cada personaje del cuento como si les hubiera conocido y, por ello, les comprendiera. Años más tarde conocí la verdadera historia, mucho más cruel e injusta, y encontré explicaciones a lo que antes parecía cosa del destino. El por qué de sus manos, su forma de querer, la razón de sus pensamientos, su protección permanente, la obsesión por los olores, ... Ahora todo tiene su sentido y sin embargo, la verdadera historia lo cambia todo y no cambia absolutamente nada. Por ésto nos debemos a nuestro pasado, a nuestro presente y sobre todo a la manera en que afrontamos el futuro.

No hay comentarios: