martes, 14 de diciembre de 2010

Cajas

Cajas de la 1 a la 10: Fotografías en marcos, muñecas, velas, candelabros, películas, series y libros, muchos libros. La mayoría de ellos de una sola temática y más de 25 de un solo autor. Mi vida literaria reducida a cinco cajas tamaño XXL donde cohabitan vampiros, zombies, dioses griegos, humor negro, terror y mundos fantásticos.

Cajas de la 10 a la 15: Salero y azucarero, bolsa de pan verde con patitos amarillos heredada de mi madre, un cortapizzas, cuchillos para queso, 5 juegos de café y alrededor de 20 tazas de desayuno. Si hay un utensilio de cocina que me fascine son las tazas de cerámica decoradas.

Cajas de la 15 a la 22: Libros de diseño gráfico y de moda, programas, estuches, plumas, ejemplares antiguos de periódicos, una grapadora roja robada en mi último trabajo, revistas y guías con mi nombre en el staff, agendas y clips. Mi padre era un fiel seguidor de las grapas y de los clips. Cada vez que se le descosía un botón de una camisa se lo grapaba o unía los extremos de la prenda con uno de esos pequeños objetos metálicos.

Pasión mientras las tijeras cortan la cinta de embalar, dedos acorchados de rebuscar entre recuerdos los más importantes y desechar los que ya no valen nada porque ya no remiten a nada. Cúanta ilusión en esas cajas, en esos pedazos de papel en los que garabateo los contenidos, y la espera, esa que parece no llegar nunca, se saborea dulce en la punta de la lengua y amarga donde roza con las muelas. Paladeando cajas, fabricando vidas de cartón. Perdida en las horas que me vas restando, inalcanzable y remota.

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