miércoles, 17 de febrero de 2010

Déjà vu

Soy afortunada en tener mala suerte. Me desperté y me dí cuenta de que aquello no era lo que había soñado durante toda mi vida. A mi izquierda (siempre en el mismo lado desde hace más de 25 años) estaba él. Había sido tan guapo de joven, con sus enormes ojos y sus larguísimas pestañas, que nada más verle en la cafetería en la que solía desayunar de camino al trabajo, me enamoré perdidamente de él. Cada vez que le miraba me ardía el estómago. Pasaron dos meses hasta que me atreví a hablarle y cuatro meses después caminábamos juntos de la mano por la Gran Vía madrileña. Siempre imaginé que acabaría con un artista o con un aventurero, alguien que no me atase a un modo determinado de vivir, alguien con quien despertarse cada mañana fuese un reto, pero me encantaba el modo que tenía de sostener la taza de café con ambas manos, cómo le sentaba el traje de raya diplomática y su mirada dulce y sencilla. Era comercial y leía diariamente un periódico deportivo, yo quería escribir un libro y distinguía a los equipos de fútbol por los colores de las camisetas. Me parecía divertido porque no lograba entenderle y día tras día mis intentos vanos en explicarme fueron siendo sustituidos por largos silencios compartidos. A los dos años nos casamos y seis meses después tuvimos a nuestro primer hijo. El segundo llegó cuando mirarle era lo único con lo que podía llenar ese vacío. Pasaron los años y nunca terminé mi libro, el trabajo, los deberes de los niños, las vacaciones en agosto en la playa, ... una vida perfecta, perfecta para otra persona.
Cuando entré en la cafetería en la que suelo tomarme el café todas las mañanas antes de ir a trabajar le ví y pensé que era el chico más guapo que había visto en toda mi vida. A los dos meses intercambiamos un par de frases estúpidas y tuve una extraña sensación de déjà vu. A los cuatro meses rechacé su invitación de ir al cine y tres semanas después me lo encontré en nuestro bar desayunando con una chica preciosa que no paraba de reir. Por un instante deseé ser ella pero luego me dí cuenta de que soy realmente afortunada, tengo suerte en tener mala suerte.

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