lunes, 20 de abril de 2009

Radiografía del ruso

Cuando el ruso camina las chicas nos damos la vuelta para verle desde todos los ángulos. Tiene una belleza que no da qué pensar, sobre la que no reflexionas porque todos los elementos de su rostro están en perfecta armonía. El ruso pasea con su perro de origen exótico y nunca parece tener prisa. Sus pasos son calmados, casi sin cadencia, y su mirada inexpresiva y fría. Nunca he escuchado su voz pero debe sonar metálica y un poco dulzona, como un xilófono con las teclas de madera. No cabe duda, ha heredado la belleza de su madre, sus ojos grises, su pelo castaño claro, su piel blanca de porcelana, y algunas otras cosas no tan buenas de su padre. Su nombre suena a esclavo, sabe a cadenas al pronunciarlo despacio con la lengua pegada a los dientes y a los labios. Es casi un susurro y puede confundirse con el sonido del viento. El ruso es un misterio que nadie quiere descubrir porque perdería el encanto previo, porque le falta todavía una década de mundanidad y le falta una chispa de locura. Nada parece encenderse en el interior del pecho del ruso.

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