martes, 5 de octubre de 2010

Me busco

Vuelvo a notar la presión bajo las arterias. La sangre que arde y late, que araña. Hoy me gusto y me busco en los espejos, mis pisadas están cargadas de una seguridad que hace a la gente tambalearse al cruzarse conmigo por la calle. Escojo las palabras con precisión y las deposito suavemente en el aire, las empujo con los dedos y las saboreo con la punta de la lengua al rozarme los labios. Hoy soy preciosa y arrogante, divinamente encantadora, seductoramente insoportable. Noto tus ojos en mi espalda al salir de la habitación. Hemos cruzado un par de tímidas miradas, las mías fingidas. No voy a acostarme contigo, no quiero hacerlo, pero antes de salir me he cambiado el sujetador y la camiseta, satén y encaje, suave tela sobre mi piel que huele a jabón de almendras. Me acaricio el pelo, cuento los minutos que tardaré en llegar a casa y quedarme a solas con mis pensamientos. Nadie está a salvo del encantamiento, las cabezas se giran, llueven como algodones palabras que me complacen. Sueño con una ducha caliente, con la yema de mis dedos despertando la dermis dormida. Vuelvo a sentirme con una zorra, una maldita zorra que consigue todo lo que quiere sólo con imaginarlo y me gusta esa idea, mejor dicho, me excita esa idea. Hoy me gusto y me busco, pasado mañana que dios os pille confesados.

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